Santo Tomás es un santo muy querido dentro de la Iglesia y hasta la actualidad se saca “agua” de ese pozo de sabiduría. La Suma Teológica es un legado de incalculable valor.
A primera vista, los textos de Santo Tomás de Aquino son unas redacciones enmarañadas difíciles de comprender, pero cuando nos ponemos a mirar lo que hay en el fondo, vemos que habla en un lenguaje de su época de cosas esenciales. Este santo, más que hacer filosofía quería trasmitir un mensaje teológico, sin embargo no podía hacerlo sin tocar la doctrina de grandes sabios, especialmente griegos. Toda esta explicación que para los principiantes parece un laberinto sin salida quiere llegar al ser en su pureza absoluta que es Dios mismo, “por cuanto ser hombre o ser ángel no es una perfección en sentido simple”[1].
Leyendo a Santo Tomás nos encontramos con términos aristotélicos, ya que para el Estagirita la metafísica es “la ciencia del ente como ente” por eso hablará de acto y potencia, de la sustancia, con los que va al núcleo de su doctrina. Tengo en estos momentos una plantita de naranjo en un vivero es una matita en acto pero es un árbol en potencia, es decir el árbol cargado de frutos que será después.
El ser humano siempre será imperfecto, sólo Dios es perfecto, pero el hombre está en camino de perfección. Al hablar de sustancia y existencia concluimos diciendo que somos seres creados por Dios y que nada existe por sí mismo, no puede ser el ente causa de sí mismo, sino por nuestro Creador que está en el origen de todas las cosas, pero hay que tener en cuenta que las cosas existen pero sólo el hombre posee la inteligencia que hacer buscar al Ser puro e ininteligible que es Dios.
Es verdad que para santo Tomás, algunos postulados de Aristóteles constituyeron su punto de partida, pero no fueron todos, ya que este sabio griego no iba tras los mismos objetivos que luego perseguiría Santo Tomás. Muchas personas han explorado los escritos de este santo filósofo, unos para criticar su doctrina, la mayoría para enriquecerse. Todos estos contenidos nos sirven a los cristianos para entender que la fe y la razón van de la mano; que no es una mente vacía, sin inteligencia la que recibe la fe, sino la inteligencia con su capacidad de relación. Y que todo ser humano ubicado en un lugar concreto del planeta, si busca su origen, su causa, indudablemente se encontrará con un Ser superior: Dios.